Más de diez años han pasado desde la primera
vez en que se reunió, en la ciudad de México, un grupo de personas cuya
principal labor se ubicaba en esos recintos que celosamente guardan la música,
la palabra, los sonidos y hasta los ruidos de diversos pueblos y culturas: las
fonotecas.
Convocados por la Fonoteca del INAH
acudieron, inicialmente, representantes del Instituto Nacional Indigenista, de
la Dirección General de Culturas Populares y de El Colegio de México, entre
otros. El propósito fundamental de estos encuentros consistía en revisar el
trabajo fonotecario orientado a la grabación, resguardo y catalogación de la
música tradicional y popular de nuestro país, para proponer y acordar acciones
conjuntas en beneficio de este tipo de patrimonio cultural.
Uno de los principales logros, en el ámbito
de la música tradicional y popular de México, fue la definición colectiva de la
cédula de fonorregistro y la cédula de pieza para clasificar y catalogar tanto
los soportes de grabación, trátese de discos, cintas de carrete abierto y
casetes, así como las piezas musicales y sonoras, de acuerdo a campos de
información específicos sustentados, principalmente, en conceptos antropológicos
y musicológicos, así como en las experiencias directas obtenidas tanto por los
pioneros de la grabación in situ como por los continuadores de esta labor; generando así una
metodología propia, muy diferente a la utilizada en las bibliotecas, para
ordenar la complejidad que encierra la amplia riqueza musical y sonora de
México, contenida en las diversas y abundantes grabaciones que integran los
acervos de las fonotecas. Con el correr del tiempo estos documentos de
catalogación musical fueron adecuándose a las particularidades de cada
fonoteca.
Tales ejercicios colegiados implicaron largas
jornadas de discusión, donde expertos en disciplinas afines confrontaban ideas
y propuestas mediante las cuales trataban de normalizar un universo tan vasto y
tan disperso como son los sonidos de la cultura y los soportes en que se ha
logrado capturarlos. Posteriormente, llevadas por las mismas preocupaciones,
otras fonotecas se fueron adhiriendo, trayendo consigo otros puntos de vista y,
por supuesto, otras posibilidades dirigidas al cuidado y utilización de este
tipo de acervos.
A lo largo de casi once años, el Seminario de
Fonotecas ha tenido algunos periodos de discontinuidad provocados por distintos
factores, entre los que destacan los cambios de personal asignado a varios de
estos depósitos de patrimonio intangible, o la misma transformación en cuanto
al concepto y práctica del quehacer fonotecario desde la perspectiva organizativa
de algunas dependencias, las cuales han pasado por alto el hecho de que los acervos
sonoros demandan una atención particular y especializada. Sin embargo, la
preocupación imperecedera de muchas instituciones y gente comprometidas con la
preservación de nuestra memoria oral y musical ha sido el elemento decisivo para
la permanencia del Seminario.
Hoy en día, a este evento colectivo confluyen
especialistas como musicólogos, antropólogos, músicos, historiadores,
etnomusicólogos, ingenieros en acústica y restauradores de sonido, entre otros,
representantes de veintiséis archivos fonográficos, algunos plenamente
establecidos en el sentido del material acumulado y de los años de trabajo, y
otros de reciente formación, con contenidos y orientaciones diversas, pero
unidos por preocupaciones compartidas. En este sentido, sobresale la
participación de la fonoteca central del Instituto Nacional Indigenista, de la
fonoteca del Seminario de las Tradiciones Populares de El Colegio de México, la
del Instituto Mexicano de la Radio, de Radio Educación, de Radio UNAM, de la
Biblioteca de las Artes, de la Casa de la Música Mexicana S.C., y, por
supuesto, de la fonoteca del INAH, asimismo de otras, con reciente trayectoria pero
con un firme afán por conservar la memoria sonora local o de su comunidad, como
son los casos, por ejemplo, de la fonoteca del Archivo Histórico de Tampico,
del acervo fonográfico de El Colegio de Michoacán, de la fonoteca Eduardo Mata
del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca y de la audioteca para invidentes de
Chalco, en el estado de México.
Entre lo más destacado de los acervos que
resguardan las fonotecas participantes se encuentra el testimonio oral y
musical vivo de los pueblos indígenas de México, las colecciones de prestigiados
investigadores ya desaparecidos como Lumholtz, Aguirre Beltrán y Hellmer,
quienes como producto de su notable esfuerzo nos han legado un inapreciable
compendio de géneros y expresiones sonoras, muchas de ellas ya extintas. Se añaden a estos los trabajos de investigadores
tan prolíficos como Henrrietta Yurchenco, Thomas Stanford y Jas Reuter, por
nombrar sólo algunos. Se tiene también en custodia la amplia variedad de
géneros populares que caracterizaron al siglo xx y las grandes obras de la
música sinfónica mexicana. Entre todos estos acervos sonoros, cabe mencionar la
importancia de las producciones radiofónicas que desde la utilización de este
medio de comunicación en el país, se han venido realizando como muestra del
talento y de la historia cotidiana materializada en sonido, como son:
radionovelas, debates, discursos, entrevistas y noticiarios.
Las múltiples procedencias y orientaciones de
las fonotecas, antes de presentarse como un obstáculo para consensar el trabajo
del Seminario, se han constituido como su principal riqueza, pues con base en
la variedad de experiencias, problemáticas y alternativas aplicadas en lo
específico, se han refrendado los retos comunes como la conservación y
restauración de los soportes técnicos, el problema del archivo, de la
catalogación, así como el uso de las nuevas tecnologías de grabación y
reproducción del sonido, de igual manera, los asuntos sobre derechos de autor,
las políticas patrimoniales y de difusión bajo las cuales se conciben y manejan
los documentos fonográficos en cada uno de esos sitios de resguardo.
La idea generalizada consiste en resolver los
problemas más apremiantes y particulares en las respectivas fonotecas, pero también
afianzar la construcción colectiva del prototipo de fonoteca que se adapte a
las peculiaridades de nuestros acervos y sus diferentes contextos locales y
regionales, a fin de que cada una de ellas retome lo conveniente según sus características
y funcionamiento. Aunque se está consciente de que no todas las fonotecas deban
contar con una estructura similar de acciones, sí se tiene el convencimiento de
que es ineludible contar con un patrón de conceptos que guíe su desarrollo y
justifique la asignación de los recursos necesarios, que además, posibilite
la elaboración de una base de datos común para estrechar la vinculación, el
intercambio y propicie un acceso más amplio por parte de todos los sectores
sociales.
Aunque todavía constituye una tarea de análisis
y definición, se plantea la propuesta de tareas sustantivas que toda fonoteca
debe considerar en distintos niveles según su orientación, éstas son: a) la
conservación de los acervos, lo cual incluye el mantenimiento, la restauración y
el resguardo en soportes que aseguren por largo tiempo los contenidos; b) la
grabación y la reproducción, acciones que implican el manejo de equipo técnico
y metodologías apropiadas para el registro, la edición y la reproducción del
sonido; c) la catalogación de materiales, que representa una dedicación específica,
pues es una de las bases para el desarrollo de otras labores, ya que la
catalogación constituye un instrumento para determinar lo que se tiene, en qué
condiciones, sus requerimientos y los usos que se le puede dar; ch) la
investigación, que debe aplicarse en todas las líneas de trabajo fundamentales,
por ejemplo, en la tecnología del sonido, la musicología, la catalogación y la
difusión, y por último d) la atención al público, entendida en su sentido más
amplio como la difusión de los acervos, hecho que cultiva socialmente su
valoración, lo cual finalmente representa su razón de ser.
La historia de muchas fonotecas y archivos
fonográficos en nuestro país, parte de la circunstancia de que han sido creados
no ex profeso; de pronto alguna área de trabajo de cualquier institución
vinculada a la investigación y registro de las manifestaciones musicales y
orales se ha visto con un cúmulo de materiales grabados que van conformando un
acervo, que por su cantidad y valoración a que se encuentren sujetos, han
exigido determinadas atenciones. Otras, en cambio, como las de distintas
radiodifusoras y televisoras, nacieron con el destino de ser materiales
eminentemente de difusión, y otras más, que desde sus inicios tuvieron certeza de su misión.
Sea cual fuere su origen, intención y desarrollo,
diversas instituciones tanto públicas como privadas que cuentan, actualmente,
con estos acervos están reconociendo o reconfirmando su importancia. Al
interior del Seminario, se ha atribuido esta situación a factores de notable significado,
entre los que cabe señalar: la revaloración del sonido como patrimonio
intangible de las culturas, el acelerado desarrollo de las tecnologías
multimedia donde el sonido ocupa un lugar privilegiado y, sobre todo, al riesgo
de perder la memoria sonora que se tiene registrada, siendo que muchos de los
materiales que la conforman se originaron desde la aparición de los métodos y artefactos
de grabación y reproducción, los cuales hoy en día están cumpliendo sus últimos
momentos por la caducidad propia de las sustancias que fueron utilizadas para
la captura del sonido. Nos estamos refiriendo a cintas abiertas, casetes y discos
de acetato, mismos que abundan en los acervos de mayor antigüedad. Aunado a
esto, no se cuenta con la certeza suficiente de que los nuevos soportes
aseguren un resguardo eficaz por mucho tiempo.
A toda esta temática se da cabida en el
Seminario de Fonotecas a través de sesiones mensuales, a manera de talleres,
donde expertos en diferentes rubros explican a detalle, interactuando con los
asistentes que plantean sus dudas, puntos de vista, además de que aportan las
maneras particulares mediante las cuales han afrontado y resuelto
problemáticas. De haberse iniciado con un puñado de fonotecas, en la actualidad
concurren físicamente a dicho evento fonotecas establecidas en la ciudad de
México y varias del interior a través de correo electrónico. Asimismo, se
espera que muy pronto se suscriba un convenio interinstitucional para la
creación del sistema o red nacional de fonotecas, lo cual aseguraría compartir
con mayor solidez tanto experiencias como materiales, impulsar la formación de
más fonotecas locales y regionales, todo con el único y necesario propósito de
fortalecer las acciones conjuntas en beneficio de las memorias sonoras de
nuestra diversidad cultural.
*Benjamin Muratalla, Diario de Campo No. 35,
2001
No hay comentarios:
Publicar un comentario